Alfonso Pindado

DISCURSO GRADUACIÓN 2017-2018

Para empezar mi discurso, debería remontarme a hace ya 5 años, yo, en clase, sentado de uno de los taburetes de la escuela de arte de Valladolid. Puedo recordar esa charla con dos profesores (de esos que sabes que sí, son buenos profesores).

Me entró la curiosidad y pregunté a uno de ellos… ¡Oye! ¿Tú qué estudiaste para ser profesor? Se echó a reír y miró al otro profesor que también había escuchado la pregunta. Obviamente no iba ser yo menos y me reí también haciendo como que había pillado la gracia. Uno de ellos me contestó: “esa misma pregunta me la hizo aquí mi compañero hace unos cuantos años”. Ambos estudiamos Bellas Artes y Escultura me respondieron. Os cuento esta pequeña anécdota porque fue en ese momento cuando lo vi claro, yo quería seguir con esa “estirpe” de profesores y como ya estaba acabando el grado superior de escultura me dije…de perdidos al rio …¡Hagámoslo!.

Llegué a Salamanca con una mano delante y otra detrás, no os voy a engañar, vine a la aventura. Una de las preguntas clave fue y…. ¿Dónde duermo yo? Se me abrió un amplio abanico de posibilidades: el piso de unos colegas, un piso cualquiera, debajo de un puente…y ¡No! Mi sitió fue las Residencia Universitaria Agustiniana, esa que está a 15 minutos andando deprisa del centro, a 5 minutos del conservatorio y en esa que te cautivan diciendo que por una mágica y asombrosa puerta de atrás, llegas a la facultad de Psicología y Bellas Artes en 3 minutos. Por cercanía, estaba clarísimo que me iba a quedar aquí, ya veis cómo tienta el poder dormir por la mañana esos “10 minutitos más”.

Nada más llegar me atendió un chico “joven” de unos…bueno, no diremos la edad. Se llamaba Estefan…o Steven o no sé, algo así. Me enseñó la residencia, la sala común con esos maravillosos sofás, la sala de juegos con un futbolín (el cual, hemos tenido que ir restaurando por el excesivo uso)  el gimnasio, la sala de televisión, la sala VIP, por cierto, a estrenar…”Cómo nos pegábamos por ella…” ah, también había una sala de estudio o algo así me comentaron los demás.

Mi primer año en la residencia fue….pues eso…fue, que ya es mucho. Conocí a mucha gente, no voy a negar que les llegué a querer mucho. Desgraciadamente, en segundo se fueron y yo, me quedé con Chema, Estifen, Paqui, Tere…El segundo año no pasó desapercibido, iba a ser el mayor….ah no, que siempre he sido el mayor. J Conocí a gente nueva, congeniamos la verdad, nos reímos mucho y sobre todo hicimos el gandul. Todos sabemos que en esta resi se prioriza el estudio pero ¡Oye! Que no nos quiten mérito que a gansos no nos gana nadie. En tercero ocurrió algo que a día de hoy me sorprende, sí, señores, me volví más responsable. A demás, encontré a quien espero que siga acompañándome como lo ha hecho hasta ahora.

Este es mi último año de carrera pero no de residencia, así que sí chicos, me tendréis que quitar el puesto de Colegial mayor de mis frías y gélidas manos. La verdad es que han sido cuatro años donde apenas se ha parado el tiempo. Parece que fue ayer cuando entré en estas paredes y, mañana, seréis algunos de vosotros los que estéis aquí en mi lugar.

No todo ha sido por esfuerzo y dedicación, no se me olvida dar las gracias a la gente que me ha apoyado de forma incondicional. Gracias Papá y Mamá por todo. Sin vuestro esfuerzo esto no hubiera sido posible. Gracias Estifen, Chema, Paqui y Tere por siempre ejercer de ejemplo y gracias amigos por estar ahí.

Podría decir que estos 4 años me he sentido como en casa, pero en realidad, estos cuatro años, la Residencia ha sido mi casa.

Gracias.

Alfonso Pindado Hernández (Ponchi o Alfonsin)