Despertando personas

Desde su personalismo comunitario, E. Mounier definió la educación con la metáfora ‘despertar personas’. Se trata ésta de una descripción muy adecuada para un centro agustino recoleto, dada la importancia agustiniana del ‘despertar’ a uno mismo para acceder al Maestro interior y la urgencia de acompañar a las jóvenes generaciones en el descubrimiento de ellos mismos y de la razón de ser de sus vidas en una sociedad actual bastante desorientada. He aquí el objetivo vocacional que desde hace más de medio siglo cumple nuestra institución, en la universitaria ciudad de Salamanca.
Cada curso se plantean actividades, pero sobre todo se potencia un adulto acompañamiento, que despierte en dichos jóvenes la pasión agustiniana de ‘amar y sentirse amados’. Se conecta con las aspiraciones y preguntas más profundas del alumno. Se prima el descubrimiento del propio yo en relación con el nosotros, respetando y estimulando la singularidad de cada cual. Se apremia la superación de los aspectos negativos, estimulando los logros y las positividades. Se pretende en todo momento delegar gradualmente el protagonismo del residente en su vida, fortaleciendo la vivencia de una libertad responsable. Se suscita la apertura a la lógica del don y de la gratuidad, rompiendo la unidimensionalidad que parece triunfar en nuestro mundo. En definitiva, se genera el ambiente adecuado para que los jóvenes se sientan auténticos seres humano y aprendan a vivir como familia humana, de modo que despierten al tesoro que todos ellos encierran en su interior, integrándose de un modo alternativo a esa sociedad necesitada de transformación.

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